La Semana Santa, tal como se conoce hoy día, corresponde a las fiestas de la Pascua Cristiana y que en nuestro País están más centradas en la Pasión de Cristo que en la Resurrección, como en otros países.

La Pasión es la denominación convencional que engloba los episodios evangélicos que narran los sucesos protagonizados por Jesucristo entre la última cena y la crucifixión y muerte, e incluso la resurrección.

Corresponde la Pasión al tema mitológico del “Sacrifico del justo“. Incluye: la “Traición de Judas“, las “Negaciones de los discípulos“, la “Oración del huerto“, etc.

La variedad de modos de celebraciones de la Semana Santa en la calle patrocinados por la Iglesia Católica es de una riqueza extraordinaria, e incluye : teatro popular, crucifixiones de cristos articulados, tamborradas… pero el fenómeno más importante es el de las procesiones.

En cada procesión se representa parte de la Pasión de Cristo; es una representación teatral con alusiones a dicha Pasión: cruz, clavos, lanzas… en dicha escenificación se porta un trono o paso. Pero la procesión también representa la renovación de la Naturaleza y prueba de ello es que se celebra en la primera luna llena de Primavera; es la Semana Santa, por tanto, una fiesta estacional y se establece así en los Evangelios.

La procesión es de una complejidad enorme e incluye elementos devocionales, carnavalescos, mitológicos, ceremonias cívicas y quizá se debe a ello el éxito que tienen entre tanta gente, incluidos muchos jóvenes que luego no aparecen el resto del año por las iglesias.

La procesión es el germen de la Semana Santa contemporánea y su origen está en la Edad Media con el teatro litúrgico, posteriormente aparecen las procesiones del Corpus Christi y ya con la Contrarreforma y sobretodo en el Barroco adquieren una forma parecida a la actual. Pero tras este último periodo desaparecen y no vuelven a reaparecer hasta los años veinte del S. XX, teniendo lugar una renovación-reinvención de la misma.

Hay por tanto en las procesiones dos representaciones una dentro de otra, por un lado la representación de la Pasión de Cristo, con sus imágenes de madera, y por fuera la otra representación: la de la cofradía, formada por feligreses que son auténticos actores de la misma.

Por último quiero resaltar la autenticidad y verdad que hay en la Semana Santa como corresponde a un Relato, que es sentido por tanto como verdadero por los feligreses, habiendo una identificación del espectador con la trama del texto de la Pasión, trama que se desarrolla de forma bastante realista, no alegórica, dentro del dramatismo extremo de la misma.