Fundación García Agüera - Por el arte y la cultura en Coín, Málaga Informe Matagallar
       
       
 
 

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        José Manuel García Agüera  
               
 

A. Reyna y A. Palomo

 

   

 

El señor alcalde debe pensar que soy un pesado y es probable que lleve razón. Esta mañana he tenido ocasión de coin-cidir con don Juan José Rodríguez Osorio en la presentación de la treinta y dos Vuelta Pedestre a Coín, que ha tenido lugar en uno de los espaciosos salones de la Diputación de Málaga. Nos había convocado allí la invitación de don José Antonio Urbano, director de la Residencia Escolar que organiza la popular carrera, y en la que tengo la suerte de colaborar desde hace años. Una prueba clásica ya en el mundo del deporte andaluz que goza del prestigio de ser la más antigua y que viste de color y sana alegría las calles de este pueblo.

 
Artículo publicado en Dazcuán en abril de 2001
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No son muy frecuentes mis visitas al edificio de Acera de la Marina, por eso cada vez que tengo oportunidad procuro darme el gusto de ver los magníficos cuadros, que allí cuelgan, de nuestro paisano el célebre pintor don Antonio Reyna Manescau. Hoy, también me he dado ese gusto.

Le pedí a don Juan Carlos Lomeña, buen conocedor de aquellos pasillos, que me acompañara al salón de sesiones, y volví a contemplar a 'José en la cisterna'. Un

 
 

 

 

 

 

 

   

espléndido desnudo de corte académico integrado en las composiciones histórico-bíblicas, que el pintor remitió en 1884 desde Roma a esa institución provincial, cumpliendo con sus obligaciones becarias. Después, en 1887, obtendría su consagración al conseguir Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid con su obra 'Floralia', comprada por el Estado español y desgraciadamente desaparecida.

De vuelta al salón donde se presentaba la Vuelta, me encontré con el señor alcalde y le comenté de donde venía. Tuvo entonces la delicadeza, que agradecí, de llevarme a ver el otro gran cuadro de nuestro paisano: 'Rancho andaluz', que también posee en sus fondos de arte la Diputación malagueña. Este cuadro es especialmente significativo para los coineños porque don Antonio Reyna retrata magistralmente el rancho de nuestra huerta. Concretamente, el del conocido Cortijo Ricardo, entonces propiedad de su hermano y donde pasó una temporada por motivo del fallecimiento de su madre, en 1910. Y, es también muy importante esta obra en su carrera porque con ella obtuvo, al año siguiente, otro de sus éxitos más recordados al presentarla en el pabellón español de la Exposizione Internazionale di Belle Arti di Roma. Luego, vendría el reconocimiento de su arte por la Reina Regente al nombrarle Caballero de la Orden de Carlos Tercero; el retrato del papa Benedicto XV; y llegar a ser conocido en el mundo entero como 'El pintor de Venecia'.

Delante de ese cacho de huerta coineña. Frente al bellísimo lienzo, que tanta historia y significado rezuma, volví a recordarle al señor alcalde la lamentable carencia que tiene nuestro patrimonio municipal y cultural al no tener obra alguna de nuestros pintores más señeros: don Antonio Reyna Manescau (Coín 1859-Roma 1937) y don Antonio Palomo Anaya (Coín 1865-1941). Nombres que este pueblo aporta a la famosa Escuela Malagueña de Pintura y artistas de los que tenemos que sentirnos orgullosos porque, además de ser hijos de esta tierra, representan lo mejor de la sólida pintura del diecinueve y el arte más universal.

Lo cierto es que nuestro municipio no posee ningún cuadro de ellos. Le sugerí que habría de remediarse esa situación y que éste era el momento para saldar esa deuda con nosotros mismos. Ahora, que se va a construir un nuevo ayuntamiento, por pura lógica y coherencia histórica deberían estar colgadas en el salón de plenos -el día de su inauguración- algunas obras representativas de nuestros buenos pintores, adquiridas por el pueblo de Coín para engrandecer su patrimonio, disfrute de sus ojos y esplendor de su memoria colectiva. Sería fácil y nada caro para las actuales arcas municipales. Me ofrecí de buena voluntad (estas letras lo confirman) a colaborar en el empeño.

Todavía estábamos ante la agradable visión del cuadro cuando, al llegar don Juan Jiménez Frías, maestro de esa residencia, le sugería también que, en su calidad de alcalde de ésta y vicepresidente de la Diputación, gestionara algún tipo de protocolo, mediante el cual la institución provincial, sin menoscabo ni pérdida de la propiedad y derechos que sobre la obra ostenta, la ceda a este municipio para presidir el futuro salón de plenos, dada la significación histórica y cultural que para este pueblo tiene, no sólo el autor, sino la propia obra.

En algún sitio de este pueblo debería haber algo que recordara al gran pintor. Es una de nuestras asignaturas pendientes. En todos los libros y enciclopedias de arte que tratan su pintura, aparece Coín unido inseparablemente a don Antonio Reyna Manescau; y fue el Ayuntamiento de Málaga, reconociendo su importantísima aportación al arte de su tiempo, el que le dedicó una calle. A Palomo Anaya, aquí, otros gobiernos municipales anteriores le dedicaron en vida una glorieta en el parque de San Agustín, le nombraron Hijo Predilecto y Esclarecido de la ciudad y hasta tuvieron, in memóriam, el acierto de poner su nombre a un colegio público.

La verdad es que me sentía repetitivo con el señor alcalde y él debía pensar que soy un pesado con este tema, ya que otras veces le había dicho lo mismo. Antes, recuerdo en la presentación de mi libro; y antes aún, al final de mi intervención sobre estos pintores en el II Congreso de Investigadores del Valle del Guadalhorce, que se celebró el año pasado en Coín. Y, hasta recuerdo, remontándonos más atrás, en 1995, que en el acto de inauguración de la exposición 'Pintores malagueños del siglo XIX', organizada por esta residencia escolar, el mismo director recordó a los asistentes el injusto olvido de esta ciudad con el pintor. Fue en aquella magnífica exposición cuando expusieron juntos, por primera vez en su ciudad natal, los dos pintores coineños y pudo admirarse en Coín, también por primera vez, el cuadro del bello rancho de la huerta.

Bueno, ya está bien. No lo voy a repetir más. Creo que el señor alcalde habrá tomado nota de lo dicho y prometo no ser más pesado con este tema... al menos por el momento.

Coín, a 23 de marzo de 2001

 

 
               
               
   
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