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Si desde la actualidad coineña 'Flash Back' nos situaba en la Galería de Arte Alameda, desde ésta un nuevo flash back nos llevaría al referente más cercano, el Colectivo Palmo. Un grupo de geniales artistas malagueños que impulsó desde finales de los setenta, ya en plena transición democrática, la renovación de la vida artística local. Y, si con aquella galería llegó la modernidad a Coín, a Málaga ese colectivo trajo el arte contemporáneo. Fundado en 1979 por Dámaso Ruano, Jorge Lindell y Pedro Maruna, con ellos estuvieron para engrandecerlo y disfrute de todos, Manuel Barbadillo, Juan Béjar, Enrique Brinkmann, Pepa Caballero, José Díaz Oliva, José Faria, Antonio Jiménez, Jesús Martínez Labrador, José Miralles, Felipe Orlando, Vicente y Jos� Segui, Alfonso Serrano, Stefan von Reiswitz... Un colectivo que respetó siempre la única norma a respetar, que no es otra que el propio hacer del artista desde su más íntima libertad. Y, aunque el arte del final de siglo en Málaga se define por su variedad y pluralidad, y hasta por la desconexión entre los propios artistas y sus obras, en todos ellos hubo el nexo común que se constituyó como lugar donde confrontar sus trabajos, su quehacer, y donde mantuvieron, con total independencia y dignidad, el concepto de modernidad en tiempos difíciles. El Colectivo Palmo, tras casi diez años de intensa actividad plástica y cultural, llegó a su fin en 1987, con una pantagruélica mariscada de despedida en la playa, para cada uno luego, seguir su propio camino artístico.
Recordamos a otro buen amigo, José Manuel Cabra de Luna, y recuerdo lo que nos dijo en Coín, que 'cuando, olvidadas las anécdotas, los árboles que no dejan ver el bosque, se pueda estudiar con una cierta perspectiva de objetividad y distancia la tarea que hizo ese grupo de pintores y otros artistas en el ámbito de nuestro espacio cultural creo que rendiremos merecido homenaje a su tarea'.
Esta exposición de la histórica carpeta de obra gráfica original 'Cantos de al Andalus', que fue editada por el colectivo en 1981, quiere la Fundación García Agüera, al cumplirse ahora 25 años, que sea un sincero homenaje, un guiño cómplice y de admiración desde la periferia coin-cidente, a la tarea de estos amigos que consideramos Maestros y, también, héroes.
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